Editorial por: Maximiliano Azcurra
Para Cadena Melodías.
El próximo 4 de junio se iniciará en la Cámara del Crimen de Laboulaye un juicio que, más allá de lo judicial, interpela profundamente a la sociedad. Marcelo Pérez, docente y abogado, llegará al banquillo con una acumulación de imputaciones que estremecen: abuso sexual con acceso carnal, tentativa de abuso, lesiones graves y leves, amenazas, desobediencia a la autoridad. Cinco acusaciones, sí, pero un solo patrón detrás: el abuso de poder.
Pérez no es solo un nombre en una causa. Es el reflejo de una estructura social que durante años le otorgó legitimidad y prestigio, sin mirar –o peor aún, eligiendo no ver– las señales. Fue docente, fue abogado, fue figura pública. ¿Cuántos sabían y callaron? ¿Cuántas instituciones fallaron en proteger a quienes debían cuidar?
Una de las víctimas, Agustina Camaño, sufrió en 2018 lesiones gravísimas al lanzarse desde un tercer piso intentando escapar de una agresión. Otra, una adolescente de 15 años, lo denunció por abuso sexual. Una tercera joven, de 18, con retraso madurativo, lo acusó de intento de abuso y exhibiciones impúdicas. A eso se suma una pelea con el padre de una víctima, denuncias por violar restricciones de acercamiento y una conducta sistemática de violencia y sometimiento.
El juicio, presidido por la jueza Marcela Abrile y con la acusación del fiscal de Cámara Walter Guzmán, no será solo un proceso legal. Será una prueba de fuego para el sistema de justicia, pero también para la comunidad. Porque no se trata solo de juzgar a un hombre. Se trata de enfrentar el silencio que durante años lo protegió. Se trata de que nunca más el prestigio profesional sirva de escudo para el horror.

Agostina Camaño en su internación . Marcelo Pérez.
Es momento de preguntarnos con honestidad:
📌 ¿Qué mecanismos existen hoy en nuestras escuelas para detectar abusos?
📌 ¿Cómo contenemos a las víctimas cuando los acusados son figuras de autoridad?
📌 ¿Cómo reaccionamos como sociedad cuando una denuncia afecta a alguien “conocido”?
Este juicio es necesario. Porque hablar de violencia de género y abuso no es opcional. Porque la impunidad disfrazada de poder debe tener fin. Porque ninguna víctima más debe ser silenciada por miedo o por vergüenza.
Desde Cadena Melodías vamos a seguir de cerca cada audiencia, cada testimonio y cada paso de este proceso. No solo por convicción periodística, sino por responsabilidad social. Para que este juicio sea el inicio no solo de una reparación, sino de una verdadera transformación.
Porque cuando la justicia no llega a tiempo, la voz de los medios debe amplificar a quienes han sido callados demasiado tiempo.